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¿Exactamente cuántas "verdades" creemos o hemos escuchado sobre los ingredientes que usamos todos los días? Todo el mundo ha oído hablar de la regla de los cinco segundos si la comida se cae al suelo, pero ¿dónde se originó?

Nuestra serie de sugerencias de la semana cubrirá los mitos de la industria que son parte del conocimiento popular.  Algunos son medias verdades, mitos o incluso inventos y falsedades. Esta semana exploraremos un mito común relacionado con la leche.

Mito: Siempre se debe agitar la leche antes de usar.

¡Falso! Antes de que se empezara a homogeneizar la leche en las plantas de procesamiento, se recomendaba agitar las botellas de leche antes del vertido para garantizar que la crema y la espuma no se hubieran separado. Sin embargo, ahora que la leche se homogeneiza después de la pasteurización, no es necesario agitarla, y, de hecho, hacerlo puede arruinar el producto.

La práctica de agitar la leche se originó a principios del siglo XX. La leche es una emulsión, lo que quiere decir que es una suspensión de gotas de un líquido dentro de otro líquido. Por lo tanto, en la leche los glóbulos de grasa se dispersan en el agua. La homogeneización hace que los glóbulos de grasa sean más pequeños a fin de crear un líquido más uniforme.

La aireación de la leche puede conducir a una rancidez más temprana del producto, aunque esto tiene que ver el tiempo y fuerza con que se agite. Debido a la fricción y el calor, la leche puede comenzar a cuajarse y echarse a perder antes de la fecha de caducidad. Por lo tanto: ¡Considere este mito como denegado!

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